lunes, 16 de agosto de 2010

Dulce introducción al caos

¿Cómo quieres que escriba una canción
si a tu lado no hay reivindicación?
La canción de que el tiempo no pasara,
donde nunca pasa nada.

Una racha de viento nos visitó,
y al árbol ni una rama se le agitó.
La canción de que el viento se parara,
donde nunca pasa nada.

Un otoño el demonio se presentó.
Fue cuando el arbolito se deshojó.
La canción de que el tiempo se atrasara,
donde nunca pasó nada.

Una racha de viento nos visitó,
pero nuestra veleta ni se inmutó.
La canción de que el viento se parara,
donde nunca pasa nada.

Mientras tanto pasan las horas.
Sueño que despierto a su vera.
Me pregunto si estará sola
y ardo dentro de una hoguera.

¿Cómo quieres que escriba una canción
si a tu lado he perdido la ambición?
La canción de que el tiempo no pasara,
donde nunca pasa nada.

Se rompió la cadena que ataba el reloj a las horas.
Se paró el aguacero, ahora somos, flotando, dos gotas.
Agarrado un momento a la cola del viento me siento mejor.
Me olvidé de poner en el suelo los pies y me siento mejor.
Volar, volar.

Una racha de viento nos visitó,
y a nosotros ni el pelo se nos movió.
La canción de que el viento se parara,
donde nunca pasa nada.

Ya no queda una piedra en pie
porque el viento lo derribó.
No. No hay esa canción.
Ya no queda nada de ayer
porque el viento se lo llevó.
No. No hay esa canción.

De Roberto "Robe" Iniesta

jueves, 12 de agosto de 2010

Demonios de mis sueños

Dime tú que callado me observas,
demonio de mis sueños, mi mal sueño de amor,
dónde es sentido perfecto que la vida no tiene,
adónde se subliman tantas iniquidades.
Dime donde estás tú, ánima pura,
para besar tu faz y adormecerme
en un sueño lascivo.

Vengo de nadie y voy, tras mi silencio,
mirando incredulo el Universo,
moribundo de sol, hasta enterrarme.

Ahito de respirar el aire que me ahoga,
cansado de escucharme, yo te imploro:
¡ven pronto espia de la nada!
Estréchame en la curva perfecta del olvido,
donde el tiempo no cuenta,
y méceme, ligero, con un negro aire
que lleve mi conciencia donde no quede nadie.


De Francisco M. Ortega Palomares

IDEARIO

Me da vértigo el punto muerto
y la marcha atrás,
vivir en los atascos,
los frenos automáticos y el olor a gasoil.

Me angustia el cruce de miradas
la doble dirección de las palabras
y el obsceno guiñar de los semáforos.

Me da pena la vida, los cambios de sentido,
las señales de stop y los pasos perdidos.

Me agobian las medianas,
las frases que están hechas,
los que nunca saludan y los malos profetas.

Me fatigan los dioses bajados del Olimpo
a conquistar la Tierra
y los necios de espíritu.

Me entristecen quienes me venden clines
en los pasos de cebra,
los que enferman de cáncer
y los que sólo son simples marionetas.

Me aplasta la hermosura
de los cuerpos perfectos,
las sirenas que ululan en las noches de fiesta,
los códigos de barras,
el baile de etiquetas.

Me arruinan las prisas y las faltas de estilo,
el paso obligatorio, las tardes de domingo
y hasta la línea recta.

Me enervan los que no tienen dudas
y aquellos que se aferran
a sus ideales sobre los de cualquiera.

Me cansa tanto tráfico
y tanto sinsentido,
parado frente al mar mientras que el mundo gira. 


De Francisco M. Ortega Palomares