jueves, 16 de septiembre de 2010

LEJOS DE TODO

Nelson, en su extraña y rara forma de ser, sentado siempre al final de todo, lejano del mundo; sus compañeros siempre temerosos de su forma de actuar, preguntándose ¿Por qué es siempre así su actitud?; esa, su forma de ser lo separaba de todos.

Sus extraños gustos, sus aficiones no muy conocidas, nunca supo lo que le esperó; sentado un día en la banca de su cuarto, esperando que la vida pase, nunca se dio cuenta de que algo se encendía; salió corriendo esperando salvarse, pero ya era tarde, murió ardiendo en la llama intensa de su soledad

"NEL"

martes, 14 de septiembre de 2010

UNA DROGA MORTAL

Me fui poniendo ciego con la vida
porque me fue gustando,
lo confieso.


Enamorarme de sus trucos más viejos:
las tardes, los paseos,
las citas en los bares,
comer fuera de casa,
charlar con los amigos,
probar lo prohibido,
amar sin compromiso,
liarme y desliarme.



Tener sueños de gloria
y utopías de una existencia mejor,
más razonable.
Gritar contra lo injusto
y ponerme del lado
del que no es nadie.



Había un no sé qué
por cargar lo que me echaran,
comerme el mundo
en un instante
y tropezar tantas veces
en la misma piedra.



Con el paso del tiempo
me ido quitando
de muchos de esos vicios,
de todo aquello que ya es necesario
y que es casi todo.



Por la borda he tirado
manías y prejuicios,
ambiciones que no valen la pena


A pesar de los años
no me he desenganchado
de esta droga tan dura
que es vivir con un tiempo prestado
mientras el deseo me mata.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Espacio, Me Has Vencido

Espacio, me has vencido. Ya sufro tu distancia.
Tu cercanía pesa sobre mi corazón.
Me abres el vago cofre de los astros perdidos
y hallo en ellos el nombre de todo lo que amé.
Espacio, me has vencido. Tus torrentes oscuros
brillan al ser abiertos por la profundidad,
y mientras se desfloran tus capas ilusorias
conozco que estás hecho de futuro sin fin.
Amo tu infinita soledad simultánea,
tu presencia invisible que huye su propio límite,
tu memoria en esferas de gaseosa constancia,
tu vacío colmado por la ausencia de Dios.

Ahora voy hacia ti, sin mi cadáver.
Llevo mi origen de profunda altura
bajo el que, extraño, padeció mi cuerpo.
Dejo en el fondo de los bellos días
mis sienes con sus rosas de delirio,
mi lengua de escorpiones sumergidos,
mis ojos hechos para ver la nada.
Dejo la puerta en que vivió mi ausencia,
mi voz perdida en un abril de estrellas
y una hoja de amor, sobre mi mesa.

Espacio, me has vencido. Muero en tu eterna vida.
En tí mato mi alma para vivir en todos.
Olvidaré la prisa en tu veloz firmeza
y el olvido, en tu abismo que unifica las cosas.

Adiós claras estatuas de blancos ojos tristes.
Navíos en que el cielo, su alto azul infinito
volcaba dulcemente como sobre azucenas.
Adiós canción antigua en la aldea de junio,
tardes en las que todos, con los ojos cerrados
viajaban silenciosos hacia un país de incienso.
Adiós, Luis von Beethoven, pecho despedazado
por las anclas de fuego de la música eterna.
Muchachas, las mi amigas. Muchachas extranjeras.
Dulces niñas de Francia. Tiernas mujeres de ámbar.
Os dejo. La distancia me entreabre sus cristales.
Desde el fondo de mi alma me llama una carreta
que baja hasta la sombra de mi memoria en calma.
Allí quedará ella con sus frutos extraños
para que un niño ciego pueda encontrar mis pasos…

Espacio, me has vencido. Muero en tu inmensa vida.
En ti muere mi canto, para que en todos cante.
Espacio, me has vencido…

"César Dávila Andrade"